En un espacio virtual, representantes de diversos sectores de la sociedad civil compartieron la visión de cómo, desde sus instituciones, están promoviendo el desarrollo e innovación para impulsar la Responsabilidad Social Universitaria (RSU), alineada a los nuevos problemas y retos globales.
Esta actividad, en la que participó la rectora de la ESPOL, Cecilia Paredes, se desarrolló en el marco de la conmemoración de la Semana de la Responsabilidad Social Universitaria, que motiva a crear sinergias con actores potenciales que sean catalizadores de iniciativas que, de manera aislada, serían difíciles de emprender.
La rectora Cecilia Paredes ofreció las palabras de bienvenida, destacando actividades que desde la ESPOL aportan a la construcción de un modelo de responsabilidad social universitaria, que busca fortalecer los impactos educativos, cognitivos, educacionales y sociales. Mencionó el impacto de los proyectos de vinculación alineados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas; así también, iniciativas para generar el mejor ambiente laboral posible, como el Programa de Educación Organizacional Continua y el Programa de Educación Inconclusa.
“Reconocemos nuestra responsabilidad para aumentar el bienestar de forma integral, visto desde todas las aristas posibles, por ello, eventos como el de hoy son importantes para seguir discutiendo y edificando. Seguimos evolucionando al final del día”, indicó la rectora.
La charla magistral estuvo a cargo del conferencista invitado, Francois Vallaeys, quien posee amplia experiencia en el campo de la ética aplicada a la gestión organizacional y la RSU en América Latina y Francia.
Su disertación se centró en el enfoque de la RSU de cara a los nuevos problemas globales en los que se ha visto afectado el planeta, y en el que la Academia puede ser parte importante de la solución desde su rol de gestión, investigación y métodos de enseñanza. Habló de un esfuerzo colectivo con responsabilidad compartida entre múltiples actores.
“La responsabilidad social no puede ser individual y tampoco aislada dentro de una sola organización, es una escalera que nos hace pasar de las buenas acciones y de la gestión interna de los impactos, a alianzas territoriales para los cambios sistémicos”, enfatizó Francois.
Además, hizo hincapié en que no debe confundirse el concepto de RSU con ayuda generosa o filantropía, sino que es generar impactos como parte de una gestión integral interinstitucional y multisectorial que permita migrar de una economía negra a una economía verde. Esto teniendo en cuenta que tres límites planetarios ya fueron superados: la pérdida de biodiversidad, la contaminación química y el cambio climático.
Luego de la charla, se dio paso al conversatorio moderado por la directora de la Unidad de Vinculación con la Sociedad de la ESPOL, Denisse Rodríguez.
La gerente general de la Zona Especial de Desarrollo Económico (ZEDE) del Litoral, María Luisa Granda, fue la primera en intervenir haciendo referencia a la idea de negocios con propósito. “Estamos trabajando en seleccionar clientes que tengan este criterio, valores y compromiso como, por ejemplo, incorporando estándares de construcción verde (…) amigables en el uso de recursos como agua, energía, gestión de desechos”, explicó.
Dijo que, contrario a lo que se piensa, lo ve como una oportunidad de trabajar con empresas que estén alineadas a esta filosofía de mejorar la calidad de vida de las comunidades que están en la zona de influencia. Además, dijo que como docentes en la ESPOL llevan este concepto a las aulas para que la educación “integre no solo contenidos de una materia, sino el valor de hacer un impacto donde estamos”.
Durante su participación, la directora del Programa de Sostenibilidad de la ESPOL, Paulina Criollo, destacó los conceptos de universidad saludable, solidaria y sostenible, expuestos por Francoise Vallaeys. Añadió que el éxito de una responsabilidad social universitaria bien implementada es contar con estudiantes que mientras están estudiando ya son agentes transformadores sociales. “Creo que en ESPOL tenemos muchísimos ejemplos”, puntualizó.
El presidente de la Cámara de Industrias de Guayaquil, Francisco Jarrín, quien también participó en el conversatorio, explicó que la responsabilidad social va más allá de lo que legalmente tienen que hacer los empresarios. “Es eso adicional, pero no es filantropía. Es generar impacto en la sociedad”, señaló.
Como ejemplos de estas acciones, Jarrín recordó la creación del Banco de alimentos Diakonía por parte de la Asociación Cristiana de Empresarios. El objetivo fue canalizar alimentos que ya no podían ser comercializados, pero que todavía contaban con valor nutritivo, para que estos llegasen a personas que los necesitaran. También citó como ejemplo el proceso de vacunación contra el Covid-19, asegurando que este no habría sido posible sin el trabajo conjunto de todos ─Gobierno, empresas, academia y sociedad civil─ en pos de un mismo objetivo.
Por su parte, el vocero Municipio de Guayaquil, César Velasteguí, expuso el trabajo de esa institución en el área de Responsabilidad Social. Citó las acciones del Cabildo, durante la pandemia, con campañas de atención médica en casa y la entrega de dispositivos electrónicos a niños de la ciudad para que continúen sus estudios en modalidad virtual.
Velasteguí también mencionó la creación de un centro de desintoxicación para mujeres en el sector de El Fortín y un programa ambiental municipal enfocado en reforestación y emisión cero de gases.
“Estos son programas y proyectos encaminados a la interinstitucionalidad. Se trata de ir más allá, de dar el siguiente paso; y allá apunta el Municipio”, finalizó.
Finalmente, la gerente de Talento Humano de la empresa Limbomar, Isabel Savinovich, expuso el trabajo realizado por su empresa en coordinación con la ESPOL. Comentó, por ejemplo, sobre los programas de emprendimiento que se desarrollan en beneficio de las mujeres que habitan las zonas de influencia de la empresa. “Las capacitamos en costura y ellas elaboran los uniformes que nosotros utilizamos. De esta manera las vinculamos indirectamente a la empresa y así pueden sostener su hogar”, afirmó.
Savinovich también habló sobre otras iniciativas de las empresas de Limbomar y ESPOL, como proyectos de inclusión social, recreación y capacitación técnica para formar a los jóvenes de las comunidades aledañas a su empresa.
Para cerrar el evento, la rectora Cecilia Paredes presentó el programa Dona Futuro, una iniciativa integral para ayudar a estudiantes en situación de vulnerabilidad a completar sus estudios en la ESPOL, y graduarse.
“En ese sentido hemos recibido el apoyo de los empresarios y de nuestros graduados para que esto se haga realidad y queremos seguir buscando… Dona futuro es un programa basado en donaciones que irán a un fideicomiso, debidamente y constituido por personas probas, donde se podrán administrar estos fondos para dar la posibilidad a un estudiante que ingresa a ESPOL de poder graduarse, de poder crear valor”, indicó antes de dar paso a un video explicativo.
Estos espacios de diálogo y reflexión contribuyen a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En especial de los ODS número 4 (Educación de calidad), 8 (Trabajo decente y crecimiento económico), 11 (ciudades y comunidades sostenibles) y 17 (Alianzas para lograr los objetivos).
Según cifras de un informe del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, si se genera un impacto positivo se podrían crear 15 millones de nuevos empleos netos para el 2030 en América Latina, en diferentes sectores ligados con el desarrollo sostenible.