El cambio climático, las guerras, la pandemia por COVID-19, el incremento de la población mundial, entre muchos factores más, afectan la asequibilidad de los alimentos en el mundo, y Ecuador no está exento de esta amenaza.
Investigadores de la ESPOL compartieron, desde su experiencia, reflexiones sobre la seguridad alimentaria en el país. Lo hicieron en el marco de un conversatorio con medios de comunicación que se realizó este martes 30 de agosto en el campus Gustavo Galindo Velasco.
El análisis que hicieron los expertos abordó los desafíos actuales y las oportunidades para satisfacer las necesidades alimentarias de la población. A más de la falta de acceso a alimentos, reflexionaron sobre cómo la inseguridad alimentaria se relaciona estrechamente con la calidad nutricional.
La desnutrición crónica es uno de los mayores problemas de salud pública en Ecuador, país que se ha convertido en el segundo de América Latina y el Caribe con mayores índices después de Guatemala.
En el 2021, se estimó que alrededor del 41 % de la población mundial sufrió algún grado de inseguridad alimentaria, que va de moderado a grave. La pobreza es un factor clave y desencadena directamente el consumo de dietas poco saludables entre las poblaciones de ingresos bajos.
La rectora Cecilia Paredes ofreció las palabras de apertura al evento. Los expertos politécnicos María Gabriela Cucalón, profesora e investigadora de la Facultad de Ciencias de la Vida; Juan Manuel Cevallos, investigador y director del Centro de Investigaciones de Biotecnología de Ecuador; y Fabiola Cornejo, profesora e investigadora de la Facultad de Ingeniería en Mecánica y Ciencias de la Producción, fueron los expositores.
EL COSTO DE LA MALNUTRICIÓN EN ECUADOR
María Gabriela Cucalón explicó que la malnutrición es un problema social que limita las capacidades y funcionamientos de las personas; y en Ecuador, el 27 % de los niños menores de 2 años sufre desnutrición crónica.
“Se recomienda que la lactancia materna se mantenga durante los dos primeros años de vida para que acompañe la alimentación complementaria. En Ecuador uno de los problemas es que se inicia la lactancia materna, pero no se mantiene más allá de los seis meses”, explicó María Gabriela.
Entre las conclusiones que María Gabriela planteó en el conversatorio están que el enfoque de la investigación y las intervenciones deben cambiar de modelos transversales a otros diseños que permitan la exploración de vías y mecanismos subyacentes a la relación entre la inseguridad alimentaria, desnutrición y la obesidad. Así mismo, la desnutrición crónica debe ser abordada desde sus múltiples causas, entre ellas, el acceso a agua potable, saneamiento e higiene.
INOCUIDAD ALIMENTARIA
Juan Manuel Cevallos abordó el tema de la inocuidad alimentaria en Ecuador, sus principales peligros y cómo controlarlos. Las enfermedades transmitidas por los alimentos (ETAs) resultan de la ingesta de productos contaminados con microorganismos o sustancias químicas en cualquier punto de la cadena alimentaria, de los cuales la contaminación microbiana es el principal agente de deterioro de los alimentos y causa de ETAs.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se reportan aproximadamente 600 millones de casos de ETAs en el mundo y alrededor de medio millón de muertes.
El expositor indicó que los resultados de las investigaciones de la ESPOL mostraron que durante la pandemia las medidas de bioseguridad contribuyeron a reducir la contaminación de los alimentos. Además, mostró algunas cifras de muestras tomadas de alimentos en Guayaquil.
“Se necesita mucha capacitación, por ejemplo, en países como Estados Unidos, quienes venden alimentos deben aprobar la capacitación Safe Serve, donde aprenden acerca de los protocolos a seguir para evitar que los alimentos causen enfermedades”, afirmó.
INDUSTRIALIZACIÓN DE ALIMENTOS ECUATORIANOS
Fabiola Cornejo expuso cómo en la carrera de Ingeniería en Alimentos de la ESPOL, las investigaciones se han enfocado en establecer métodos de industrialización de alimentos ecuatorianos para aprovecharlos integralmente, reduciendo importaciones, desperdicios y costos de producción.
Los procesos han sido orientados para que el pequeño agricultor ofrezca valor agregado a sus productos. Un ejemplo es el uso integral del banano de rechazo para obtener panes libres de gluten y almidón modificado que puede ser utilizado en industrias alimentarias y farmacéuticas.
“La industrialización permite aprovechar integralmente los productos en su estado natural, desde la cáscara, las semillas y con esto reducimos también desperdicios que afectan el ambiente”, indicó Fabiola. Además, señaló que entre los desafíos que tienen los investigadores está el de adquirir la confianza del sector industrial para aplicar, invertir y escalar estos procesos que se hacen a nivel científico.
La Seguridad Alimentaria fue el tercer conversatorio con medios de comunicación, organizado este año por la ESPOL, como un espacio para analizar desde una visión académica temas relevantes para la sociedad.