Publicado el 01/01/25
Autor:
Jestin Quiroz Brunes - Docente
Figura 1. El lunes empiezo
Hace unos días recibí una llamada de una persona interesada en agendar una consulta profesional. Entre sus objetivos principales mencionó lo habitual: “quiero bajar de peso” y “quiero hacer dieta”. Durante la consulta, expresó haber intentado innumerables dietas sin éxito, ya que seguía con sobrepeso y enfrentaba problemas de salud motivado por razones estéticas y de bienestar, por lo que decidió acudir a un profesional.
Tras evaluarlo y diseñar una estrategia alimentaria personalizada, le entregué las primeras pautas. Sin embargo, su respuesta me sorprendió: “Ok, el lunes empiezo a hacer dieta”. Intrigado, le pregunté por qué no empezar de inmediato. Su respuesta fue: “Quiero disfrutar estos días antes de comenzar”. Esta declaración provocó una reflexión profunda sobre cómo percibimos y abordamos el cambio hacia una alimentación saludable.
La promesa del “lunes”
¿Cuántas veces hemos escuchado frases como ésta, cargadas de buenas intenciones, pero también de evasivas? Estas declaraciones suelen reflejar dos realidades: una toma de conciencia sobre la necesidad de mejorar los hábitos alimentarios y, al mismo tiempo, una falta de motivación concreta para hacerlo. En muchos casos, terminan siendo excusas para no abandonar patrones de consumo poco saludables.
El "síndrome del lunes" está relacionado con una desconexión entre la intención y la acción, fenómeno ampliamente estudiado en la psicología del comportamiento. Un metaanálisis de Gollwitzer y Sheeran (2006) destaca que incluso cuando las personas tienen la intención de cambiar, la falta de estrategias concretas y apoyo social puede dificultar la transformación.
Figura 2. La promesa del lunes
Dietas populares y sus resultados
En la era digital, las dietas están al alcance de un clic. Entre las más conocidas están:
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Dieta Atkins: Fomenta un alto consumo de proteínas y la restricción de carbohidratos.
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Dieta cetogénica: Promueve un consumo elevado de grasas para inducir cetosis.
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Dieta paleolítica: Se basa en alimentos de la era preagrícola.
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Ayuno intermitente: Alterna períodos de ingesta y ayuno.
Todas prometen resultados rápidos en la pérdida de peso, pero ¿qué tan sostenibles son?
Un estudio publicado en 2018 analizó ocho tipos de dietas en 63 pacientes con obesidad durante seis meses. Si bien todas lograron una pérdida de peso significativa al inicio, los efectos se diluyeron con el tiempo. Después de dos años, muchos participantes no solo dejaron de perder peso, sino que lo recuperaron significativamente.
Por otro lado, una revisión sistemática publicada en 2020 en el <<British Medical Journal>> evaluó 14 dietas populares en 121 ensayos clínicos con más de 22.000 participantes. Los resultados mostraron que, aunque las dietas promovieron la pérdida de peso a corto plazo (6 meses), los efectos fueron mínimos o inexistentes al cabo de un año. La razón principal fue la falta de adherencia a largo plazo, atribuida a la ausencia de una base sólida de educación alimentaria.
Educación alimentaria: el pilar fundamental
Los nutricionistas sabemos que, antes de embarcarse en una dieta específica, es crucial construir hábitos alimentarios sólidos. Sin embargo, muchos pacientes buscan soluciones rápidas, ignorando que la verdadera transformación requiere tiempo y esfuerzo. Como señala un editorial del <<British Medical Journal>>, “la elección de la dieta es menos importante que mantener la pérdida de peso lograda a través de patrones alimentarios sostenibles”.
En definitiva, la salud no se define por el número en la balanza, sino por nuestros hábitos. Cambiar la forma en que nos alimentamos no debería ser una tarea postergada para el lunes, sino un compromiso diario con nuestro bienestar.
Reflexión final
La alimentación es mucho más que una herramienta para perder peso, es un acto politico, democratico y cotidiano que impacta nuestra salud integral. Postergar cambios alimentarios hasta "el lunes" perpetúa ciclos de frustración. La clave está en empezar hoy, con pequeños pasos que conduzcan a una transformación sostenible.
Figura 3. Dietas populares
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