En el 2019, el muelle de la fragata se convirtió en un lugar familiar para decenas de estudiantes y docentes politécnicos. Allí, se reunían los fines de semana para partir en pequeñas embarcaciones hacia el interior del Golfo de Guayaquil. El destino de estas expediciones eran las comunidades de Cerrito de los Morreños y Bellavista, ubicadas a 25 kilómetros de la ciudad, en medio de la concesión de manglar más grande del país.
Ahí la ESPOL ha trabajado por más de cinco años realizando diversos proyectos de vinculación para fortalecer el desarrollo de las comunidades, guardianas de más de 11 mil hectáreas de manglar. En ellas habita un complejo ecosistema que debe ser debidamente cuidado para mantener la coexistencia entre las personas, las especies y los recursos naturales de la concesión.
Cerrito de los Morreños
Yace en el centro del Golfo de Guayaquil, en la isla Chupadores Chico. En este lugar viven 700 personas que se dedican principalmente a la captura del cangrejo, la pesca artesanal y la recolección de ostiones. Durante el periodo 2019-2020, ESPOL trabajó para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes mediante tres proyectos de servicio comunitario que han brindado soluciones en diversas áreas de la comunidad.
Aristóteles Amat, director de uno de los proyectos que se ejecutan en el Golfo, trepó la torre que se levanta en Cerrito de los Morreños para colocar una antena que provea de señal telefónica a un punto estratégico de la comunidad. Así, sus habitantes pueden comunicarse con la ciudad de Guayaquil.
Su proyecto realizó, además, un análisis de las instalaciones eléctricas en las viviendas. Muchas contaban con conexiones eléctricas que no habían sido establecidas de forma segura o siguiendo normas técnicas. Como resultado, estudiantes de la carrera de Electrónica y Automatización realizaron el cambio de las instalaciones y dieron capacitaciones en cada hogar visitado.
Asimismo, el proyecto buscó brindar a los niños y jóvenes de la comunidad un acercamiento al campo de las tecnologías de la información. Para los jóvenes se realizaron talleres en los que pudieron aprender a ensamblar, mantener y utilizar ordenadores para dar uso al pequeño cyber de la comunidad.
Los niños, en cambio, acudieron los fines de semana a la facultad de Ingeniería en Electricidad y Computación (FIEC), donde los estudiantes de la carrera de Computación les enseñaron a utilizar el lenguaje de programación Scratch, con el fin de desarrollar sus habilidades de ordenamiento y resolución de problemas.
Los recursos marinos son esenciales para la subsistencia y el estilo de vida en Cerrito de los Morreños, pero el complejo ecosistema que lo rodea no depende solo del cuidado de sus habitantes, pues las aguas que lo nutren circulan antes por Guayaquil, donde se ve expuesta a una gran cantidad de agentes contaminantes. Estos, al llegar a la concesión, pueden tener un fuerte impacto ambiental y afectar a la población de cangrejos, de la que dependen los habitantes de la comunidad.
Con eso en mente, la ESPOL capacitó —a través de las carreras de Oceanografía e Ingeniería Química—a miembros de la comunidad en la realización de monitoreos ambientales para verificar la calidad del agua, tomar muestras de sedimentos y recolectar información que luego pueda ser enviada a especialistas para su revisión.
Por último, Espol trabajó con los cangrejeros en el fortalecimiento de sus capacidades de comercialización para así aumentar sus ingresos. Esto se logró mediante la ejecución de estudios de mercado y capacitaciones en las que se incentivó a los habitantes a vender sus productos directamente al consumidor bajo la marca Manglares Don Goyo, desarrollada por politécnicos de diversas carreras. Los productos de la marca se promocionan en Facebook: https://www.facebook.com/manglaresdongoyo/
Bellavista
En la isla Bellavista, las carreras de Acuicultura y Telecomunicaciones unieron esfuerzos y conocimientos para fortalecer las capacidades de cultivo de camarón de sus habitantes. Ellos han emprendido en esta labor como una forma de diversificar sus ingresos, que dependen en su mayoría de la pesca artesanal.
El Dr. Marco Álvarez, director del proyecto, comenta que actualmente trabajan con nueve piscinas de la comunidad y su objetivo es alcanzar la sostenibilidad del proceso de cultivo para que los habitantes de Bellavista puedan participar en el mercado ecuatoriano con un producto de calidad.
Hasta ahora, se han cosechado camarones de hasta 22 gramos, gracias a un trabajo que incluyó la preparación del suelo de las piscinas, el análisis patológico y alimenticio de los crustáceos en su desarrollo y la capacitación en buenas prácticas de manejo durante la cosecha. Sin embargo, los ambientes de crianza no son los más apropiados debido a la falta de tecnologías de monitoreo; por esto, los estudiantes de Telecomunicaciones trabajaron junto a docentes de Acuicultura para desarrollar una herramienta de bajo costo que permita a los habitantes monitorear parámetros en las piscinas de camarón, tales como la temperatura, pH y oxígeno disuelto.
Por otro lado, los estudiantes de Ingeniería Química identificaron que el 20 % de los residuos producidos en la comunidad eran orgánicos, lo que presentó una oportunidad para reutilizarlos en un proceso denominado compostaje, con el cual se transforma la materia orgánica en compost, un abono natural capaz de aportar nutrientes a los pequeños huertos.
En 2020, la ESPOL continuará ejecutando proyectos en ambas comunidades, enfocada en mejorar la infraestructura comunicacional de Cerrito de los Morreños y fortaleciendo el cultivo artesanal de camarón en Bellavista. El trabajo que ESPOL realiza en el Golfo de Guayaquil desde 2015 ha permitido que estudiantes pongan en práctica lo aprendido en sus carreras al servicio de la sociedad, en un laboratorio natural donde pueden intercambiar conocimientos académicos y ancestrales.