La publicación en la revista Science sobre una red de ciudades escondidas bajo el bosque del valle Upano, puso a Ecuador en boca del mundo. En este ensayo científico participaron los arqueólogos Miguel Fernando Mejía y Maritza Freire, miembros de la comunidad Alumni ESPOL.
Estos asentamientos tienen al menos 2 500 años de antigüedad y es -por lo menos- 1 000 años más antigua que cualquier otra sociedad amazónica conocida, siendo contemporánea con el imperio romano.
El científico principal de esta publicación -denominada ‘Lost City’ (Ciudad Perdida)- es el francés Stéphen Rostain, quien se apoyó en las investigaciones realizadas por científicos ecuatorianos desde la década de los 70, cuando Pedro Porras inició los recorridos y exploraciones en la zona.
Miguel Fernando Mejía, que estudió en el Centro de Estudios Arqueológicos y Antropológicos de la ESPOL (actual Licenciatura en Arqueología, de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas), formó parte del equipo que realizó la publicación y dijo sentirse orgulloso de la repercusión mundial.
“Se hizo un trabajo muy profesional y bien detallado. Ha tenido una gran repercusión internacional y eso nos llena de orgullo porque participamos varios especialistas en diferentes áreas, con muchos años de experiencia en la zona”, dijo.
Dice que sin la ESPOL no hubiera sido arqueólogo. Empezó sus estudios universitarios en los 90’, pero se retiró para trabajar en esta rama de la ciencia; retornó a su alma máter para obtener el título en el 2005.
Trabajó durante varios años en el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), que ya investigaba las estructuras en el valle Upano (Morona Santiago). Se desempeñó como administrador y coordinador de las acciones que se realizaban en la zona.
“Soy quien ayuda a concentrar información y que no se pierda. Es lo que hice durante más de 15 años y lo sigo haciendo. A veces la gente romantiza la arqueología como trabajo de campo, pero lo que se encuentra debe ser custodiado y protegido, de eso me encargo yo”, dijo.
Esa experiencia y conocimiento sirvieron para que Stéphen Rostain solicitara su participación en el ensayo. Miguel Fernando Mejía se encargó de dar un aporte sobre distribución espacial de los sitios arqueológicos, lo que es su fuerte, gracias a los años que tuvo trabajando en este sector.
Además de Stéphen Rostain, Miguel Fernando Mejía reconoció el crédito de otros arqueólogos como Ernesto Salazar, Olga Woolfson, María Fernanda Carrión, Alejandra Sánchez Polo, Rita Álvarez, Daniel Soria, Mauricio Velasco y Florencio Delgado, quienes realizaron investigaciones y publicaciones sobre la zona en diferentes años.
Al momento, Miguel Fernando Mejía -de 49 años- se desempeña como profesor de la Pontificia Universidad Católica, pero también realiza investigaciones sobre sitios arqueológicos en el país, en colaboración con municipios.
La foto principal de esta nota pertenece a la publicación de la revista Science, que se puede leer este enlace: 'Lost City'