Un canto similar a un Tíu, tíu… Tíu, Tíu… en medio del paisaje imponente y la belleza natural del Bosque Protector La Prosperina, fue lo que llamó la atención de dos jóvenes politécnicos, Agustín y Josué, quienes alrededor del mediodía del martes 19 de noviembre, se encontraban vigilando a lo lejos las redes de neblina que habían colocado horas antes; como un método de monitoreo de aves para estudiar la dinámica poblacional, aspectos ecológicos y biológicos de especies en esta área protegida.
Al graduado politécnico de la carrera de Biología, Agustín Gutiérrez, se le pasaba por la mente la idea de que sería una “locura” que en la trampa que habían preparado junto a su compañero, se posara el ave conocida como Mosquero Real del Pacífico, Pacific Royal Flycatcher u Onychorhynchus occidentalis, como es conocido científicamente.
A medida de que los jóvenes se fueron acercando a las redes, muy similares a las que utilizan los pescadores, pero de un hilo mucho más fino y casi imperceptible, fue creciendo el asombro en ambos. Divisaron un pequeño copete de color naranja que fue abriéndose en un abanico de colores impresionantes. Esta característica muy particular del Mosquero Real del Pacífico es un mecanismo de defensa ante posibles depredadores, así como también una táctica que busca atraer la atención de las hembras para la reproducción.
Se trata de un ave rara de observar y que, por primera vez, había podido ser capturada momentáneamente para levantar información que sirva como insumo para conocer el estado de salud de las especies en el Bosque Protector.
Josué Vizhñay, quien es estudiante de la carrera de Biología en la Facultad Ciencias de la Vida de la ESPOL, explicó que esta especie de ave al poseer un comportamiento esquivo a las personas, por lo general es muy difícil de observar. “Al inicio pensábamos que era otra especie, hasta que levantó su cresta colorida y no podíamos creerlo”, afirma emocionado.
Este descubrimiento que hicieron ambos politécnicos fue parte de su participación en el proyecto “Ecología, conservación y estado de salud de la avifauna de bosques y áreas verdes urbanas de Guayaquil y alrededores”, que inició a principios de este año y en el que se realizan monitoreos de aves en sectores como Parque Largo, Samanes, Cerro Blanco y El Bosque Protector La Prosperina.
Además de levantar información de las posibles enfermedades que poseen las aves silvestres, como consecuencia del impacto de las actividades humanas, las salidas de campo también tienen como objetivo observar comportamientos sociales, de alimentación y anidación de las aves. Josué explica que existen aves que utilizan ciertos materiales como plástico para construir su nido. “(…) no se sabe si esto es bueno o malo, al menos en el país no hay mucha información de esto y más aún dentro de los bosques secos tropicales”.
Para el levantamiento de información, una vez que las aves se capturan en la red, se las saca con sumo cuidado y se las transporta en bolsas de una tela muy suave, parecida a la seda, para precautelar que no se “estresen” ni se lastimen durante su traslado hacia un campamento momentáneo, con los equipos necesarios para hacer la toma de datos (mediciones, análisis de sangre y en alas para descartar o confirmar posibles parásitos), aplicando técnicas impartidas en la materia de Ornitología que se dicta en ESPOL. Luego las aves son puestas en libertad, de nuevo en su hábitat.
El profesor investigador Paolo Piedrahita, quien imparte la materia y es el mentor de los estudiantes que hicieron el descubrimiento, afirma que este hallazgo es de suma importancia, ya que la especie Mosquero Real del Pacífico se encuentra en una categoría de Vulnerable, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés). Solo existe información de que esta ave, a nivel mundial, se encuentra en nuestro país en la zona de la Amazonía y en Guayas (en Cerro Blanco y ahora la ESPOL) y, posiblemente, también en las provincias de Santa Elena y El Oro
Este hallazgo, indica el profesor, permite confirmar que esta última zona posee condiciones favorables para albergar especies que se hallan en niveles preocupantes de conservación. “Cuando se encuentran estas aves que están en la lista roja, es una buena señal hablando del estado de salud del bosque”, asegura el experto. Además, indica que la importancia de cuidar las especies radica en el equilibrio para el ecosistema y también en la salud humana. “Si existe disminución de estas aves, estamos hablando de un miembro menos en el ecosistema en el control de insectos, lo que puede ser perjudicial por el tema de enfermedades y plagas”.
El área de bosque y vegetación protectora del Bosque Protector La Prosperina está compuesta de 332,3 hectáreas; y se han identificado 163 especies de aves, de las cuales 34 son endémicas. Además, en la categoría de Mastofauna se han registrado 21 especies y, como parte de su riqueza natural, 165 especies de flora.
Agustín Gutiérrez, graduado politécnico, y Josué Vizhñay, estudiante de Biología en la Facultad de Ciencias de la Vida.