Este año, la Organización Mundial de Turismo (OMT) promueve la importancia del desarrollo del sector bajo el lema “Turismo para un crecimiento inclusivo”. Este 27 de septiembre, en que se conmemora el Día Mundial del Turismo, se celebra la capacidad del sector para impulsar este desarrollo en todos los actores involucrados.
Según la OMT, hacer turismo inclusivo (también conocido como turismo accesible, turismo para todos, turismo sin barreras, entre otros términos) busca que los entornos, productos y servicios turísticos puedan ser disfrutados en igualdad de condiciones por cualquier persona, con o sin discapacidad.
Es ya conocido que la crisis sanitaria provocada por la pandemia trajo cambios importantes en los comportamientos y desplazamientos de las personas. Según cifras de la OMT, existen pérdidas económicas acumuladas de $ 1.3 trillones de dólares americanos para los países que desarrollan actividad turística; y alrededor de 120 millones de puestos de trabajo, directos e indirectos, se han puesto en riesgo a nivel mundial.
¿Hacia dónde deben enfocarse los esfuerzos para hacer realidad este lema del que la OMT nos llama a ser parte, este año?
Profesionales politécnicos de la carrera de Turismo de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas de la ESPOL comparten, desde su experiencia en la Academia, algunas reflexiones sobre qué significa hacer Turismo Inclusivo y cómo ser parte de esta conversación a la que todos estamos invitados.
“Ecuador, un país en el que falta mucho por hacer”
Desde la visión del coordinador (e) de Turismo de la ESPOL, Sebastián Calle, en el país no existe una oferta turística inclusiva, pensada en función de grupos con necesidades diversas. “No encontramos tours, programas o museos con una oferta permanente para personas con discapacidad física, visual, auditiva, que permitan recorridos fáciles”, menciona Sebastián al referirse a que las instalaciones no están adecuadas para este propósito.
Además, cita la falta de programas pensados en función de intereses de adultos mayores, mujeres, grupos LGBTI, solo por dar algunos ejemplos. Afirma que los principales problemas a nivel de país para un verdadero turismo inclusivo están en la falta de diversificación de la oferta turística, falta de acogida de la comunidad local en algunos casos, inseguridad y adecuación de los atractivos para la visita. “Por ejemplo, para visitar cascadas, a alguien que no puede acceder por discapacidad física hay que darle la oportunidad de hacer una actividad sustitutiva, pero que esté relacionada”, indica.
Para Mathias Pécot, docente de la carrera de Turismo en la ESPOL, podemos hablar de un turismo inclusivo siempre y cuando exista también un proceso de participación y colaboración con las comunidades locales. En un estudio que realizó en el 2018 en cuatro playas de Ecuador, de 106 establecimientos censados; 46 no estaban registrados en el Ministerio de Turismo; 42 de ellos no pertenecían a ningún tipo de organización profesional, y 63 no contaban con trabajadores afiliados al Seguro Social. Considerando estas variables de forma cumulativa, únicamente 24 establecimientos contaban a la vez con licencia profesional, trabajadores afiliados y registro único de contribuyente (RUC o RISE).
Para Mathias, el término informalidad es muy reductivo, pues no es la excepción en nuestro país. “Al margen de la ley, estos negocios turísticos juegan un rol importante en los procesos de cambio social y reactivación porque básicamente son fuentes de empleo y autoempleo esenciales (…)”, comenta. Además, fomentan espacios importantes de asociación y colaboración en temas de cuidado ambiental de las playas, seguridad y alerta temprana.
También menciona la importancia del empoderamiento. “Muchas mujeres emprendedoras en este caso generan valor y transforman la sociedad a nivel local a partir del negocio turístico”. Sobre este último punto, Mathias Pécot y Carla Ricaurte desarrollan una investigación con el apoyo del Gobierno de Australia a través de Coalar, su agencia de cooperación para América Latina.
El equipo de trabajo está conformado por Carla Ricaurte, Mathias Pécot y Doménica Barahona (ESPOL); Marisol Alonso de JMC Academy; y Catheryn Khoo y Elaine Yang (Universidad de Griffith en Australia). Se realizaron entrevistas a mujeres en Ecuador y México para entender su empoderamiento como mujeres de negocios. “Resultados preliminares nos dicen que una mujer que ha puesto un negocio en turismo es porque ya ha recorrido su propio camino de empoderamiento (…) cualquier ayuda o capacitación tiene que reconocer este camino, antes de imponer soluciones sin entender qué es lo que está pasando”, menciona Carla.
Carla también ha impulsado dos investigaciones más relacionadas con mujeres en el ámbito turístico, en colaboración con estudiantes. La primera de ellas fue exploratoria y cualitativa acerca de la participación de las mujeres en la academia. Del análisis de cuatro universidades de Guayaquil, los resultados evidenciaron que las posiciones de poder en los congresos, comités científicos y conferencias magistrales de Turismo son tomadas por hombres, mientras que el trabajo arduo del día a día como ponencias y proyectos, los desarrollan las mujeres.
Mientras que otra investigación desarrollada en el 2013 por medio del análisis de contenido de fotografía publicitaria de hoteles —y que obtuvo el primer premio a investigación de género y turismo en la conferencia internacional de Estudios Críticos en Turismo 2017—, de 482 imágenes analizadas en la publicidad de 94 hoteles de Santa Elena en las que aparecían mujeres, el 67.1 % tenían nivel 1 y 2 de sexismo, es decir los grados más fuertes de sexismo según la escala de Pritchard y Morgan (2000). Según la investigadora, este tipo de publicidad abre la puerta a prácticas de turismo sexual, mantiene estereotipos de género y perpetúa la cosificación de la mujer.
El Turismo y los Objetivos de Desarrollo Sostenible
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas son transversales a diferentes ámbitos y el Turismo no es la excepción. Desde este sector se promueven todos los ODS, pero de manera especial, el 8 (trabajo decente y crecimiento económico), 12 (producción y consumo sostenibles) y 14 (vida submarina), ya que en las metas de estos indicadores se incluye a la actividad turística puntualmente.
Lady Soto, profesora de la FCSH, indica que al hablar de sostenibilidad no debemos pensar únicamente en el tema ambiental, sino también en esa sostenibilidad económica y social que necesitan los destinos o territorios turísticos donde se desarrollan las actividades. Esto abarca lo mencionado anteriormente en cuanto a temas de accesibilidad para personas con discapacidad y a la planificación de una oferta que se ajuste a la realidad económica de diferentes públicos.
Al referirse ya a temas ambientales, hace referencia también a la responsabilidad del turista. “Al momento de viajar o hacer una actividad al aire libre, el primer paso es pensar en términos ambientales (…) tomar este tema sostenible como un hábito, quizás llevar bolsas ecológicas, nuestra botella de agua, platos, cubiertos, etc.”, destaca Lady.
¿Cómo impulsar un Turismo Inclusivo desde la Academia?
Al ser consultados, los especialistas mencionan algunas acciones como trabajar desde las aulas con los estudiantes, con metodologías como el Design Thinking para el diseño de la oferta turística. También aportar con reforzar la vocación y cultura de servicio en los estudiantes; el dictado de materias en inglés; y trabajar de la mano con la comunidad, partiendo de la observación y con trabajo de campo para conocer su realidad.
En la ESPOL se han realizado iniciativas muy interesantes como, por ejemplo, la impulsada en el 2019 con un proyecto de operación turística del Bosque Protector La Prosperina, a cargo de la profesora politécnica Andrea Yánez. Con la participación de la Unidad de Vinculación con la Sociedad de la ESPOL, el club de guianza y estudiantes de Turismo se hizo un recorrido para personas con discapacidad visual.
Este es un ejemplo de cómo desde la Academia se puede promover la planificación de un Turismo pensado para diferentes públicos y sus necesidades. “Fue una oportunidad para generar una oferta para la ciudad de Guayaquil, de un sitio de naturaleza accesible y, más que nada, demostrar que el turismo es para todos”, afirma Andrea.