Aun en época de pandemia, los trabajos de investigación en la ESPOL no se detuvieron. Un estudio realizado por científicos de la Politécnica del Litoral —en colaboración con un investigador de la Universidad de Southampton de Reino Unido— sobre el impacto del COVID-19 en las playas ecuatorianas, fue publicado este mes por la prestigiosa revista de investigación Frontiers.
El trabajo titulado ´COVID-19 Impacts on beaches and coastal water pollution at selected sites in Ecuador an management proposals post-pandemic´ ha tenido gran aceptación por parte de la comunidad científica. El avance del artículo (pre-print), que fue compartido el año pasado durante el confinamiento, tuvo alrededor de siete mil visitas web y 10 citas en artículos prestigiosos.
Fue desarrollado por los investigadores politécnicos Franklin Ormaza, de la Facultad de Ciencias Marítimas y Ciencias del Mar; y Divar Castro, del Centro Nacional de Acuicultura e Investigaciones Marinas. También participó Peter Statham, de la Escuela de Ciencias Oceánicas y Terrestres de la Universidad de Southampton de Reino Unido.
La publicación —este mes— del artículo en Frontiers, se encuentra en el top 5 % de todos los registros de Altmetrics (métricas que miden el factor de impacto del paper), de una base de 18.4 millones de artículos. Comparado con publicaciones de la misma revista, en áreas de ciencias marinas, el estudio de la ESPOL está en el puesto número 367 de 4536 publicaciones, y 17 de 222 artículos de “edad” similar, es decir los publicados en las últimas seis semanas.
La investigación demuestra científicamente cómo el confinamiento producto del impacto del COVID-19, le devolvió a las playas principales de las costas ecuatorianas características propias de su estado natural, como las que poseen las áreas marinas protegidas.
El estudio abarcó las playas de Salinas, Manta y Galápagos, que fueron escogidas por su importante desarrollo turístico e industrial. Se aplicaron entrevistas y encuestas en línea a pobladores involucrados en el sector turístico y pesquero de estas localidades. Adicionalmente, se utilizó información y datos satelitales.
Los resultados mostraron un cambio positivo en las playas, con el retorno de especies marinas, por la reducción de la contaminación ambiental provocada por aguas servidas no tratadas, niveles de ruido y luminosidad, originada por actividades turísticas e industrias, así como por embarcaciones costeras.
“La investigación nace de la observación (…) el ser humano es mucho de observación y, al estar encerrados el año pasado, decidimos hacer el paper y la única forma en ese momento de poder hacerlo era con la observación, entonces decidimos que sea nuestro principal elemento de medición”, afirma Franklin Ormaza.
Explica que entre el 97 y 99 % de encuestados, confirmaron casi de forma unánime que las playas habían mejorado notablemente. En una escala del 1 al 5 (siendo el 5 el número más positivo), los pobladores de Salinas y Manta le dieron el puntaje de 2.2 y 2.8, respectivamente en condiciones normales. Mientras que, luego de la pandemia, el puntaje asignado fue de 4.5 y 4.3. En las Islas Galápagos, el resultado fue parecido, pero con leves diferencias, sobre todo por las especies que los encuestados mencionaron observar durante ese periodo, como aves, ballenas, mantas y delfines.
Estos datos cualitativos se compararon con datos cuantitativos a través de imágenes satelitales, las cuales corroboraron lo que se había determinado mediante la observación. “En comparación con el 2019, se corroboró el coeficiente de atenuación en el 2020 y nos demostró que las aguas fueron más transparentes. La clorofila en el agua disminuyó porque hay menos contaminación, producto de la menor presencia de aguas servidas”, explicó Franklin Ormaza.
“La playa es un recurso vivo”
Siendo la investigación de las condiciones iniciales del recurso uno de los principios básicos de la sustentabilidad, el investigador Franklin Ormaza menciona que con los resultados de este estudio se tiene una oportunidad para proponer proyectos y soluciones orientados al turismo sostenible.
“La playa es un recurso vivo. Usted ve como las dunas se mueven, retroceden, hay erosión, vienen especies, es todo un ecosistema (…)”, asegura el investigador quien, con su esposa la oceanógrafa Dafne Vera, tienen una estación costera bajo el concepto ciencia ciudadana de mediciones, desde junio de 2019. Con esto en mente, los científicos hicieron una serie de recomendaciones de parámetros químicos, físicos y biológicos que pueden aplicarse para un buen manejo del recurso costero en nuestro país.
Principales recomendaciones para estudios de playas ecuatorianas
Se sugirió hacer estudios de:
Aspectos físicos: Textura de la arena como la variación geoquímica del tipo de arena que hay, la granulometría, dunas, etc. En el agua, la oceanografía óptica (color y transparencia), olor, las corrientes, entre otros aspectos.
Aspectos químicos: Metales pesados existentes porque hay playas que pueden ser contaminantes y perjudiciales para la salud humana. En cuanto al agua, pH, el oxígeno disuelto, el nitrógeno, fósforo, silicato, etc. deben ser medidos de manera regular.
Aspectos microbiológicos: La determinación de carga microbiológica (en la arena y agua costera) y las especies de bacterias, sobre todo coliformes fecales y similares.
También se sugiere estudiar la vegetación costera para conocer qué plantas están en las playas (dunas) o acantilados, puesto que ayudan a absorber y distribuir la energía de las olas y mareas, y limpiar la arena.
Todas estos son estudios que, según el investigador, pueden realizarse en el país y que deberían ser esenciales a la hora de pensar en proyectos de turismo sostenible.
“Lo que hemos visto durante este tiempo de pandemia es un llamado a hacer un turismo sostenible, diferente, un turismo de observación y contemplación, versus un turismo de masas. Hay que recordar que la playa es un recurso vivo y hay que cuidarlo. Muy cerca a la costa se llevan a cabo todos procesos biológicos primarios de las especies marinas; la contaminación costera afecta negativa y dramáticamente a la pesca”, puntualiza.
Fotografías: Cortesía de Dr. Franklin Ormaza.